Espejismo sin reflejo

Desde que era pequeña, era una niña normal, riendo y jugando, pero según iba creciendo, todo empezó a cambiar. El momento en el que los demás utilizaron mi aspecto para insultarme y atacarme como defecto. Empecé a comprender el motivo después de unos puñetazos en los brazos y un insulto que crearon para mí. Era lo suficiente por el simple hecho de estar y ser gorda. Una que creía que era mi amiga aprovechaba lo mismo cuando se enfadaba conmigo. Al cambiar de colegio, de primaria a secundaria creía que eso ya sería historia del pasado, que empezarían por dejar de ser la gorda, pero nada cambió, veían en mi solamente eso, la gorda, y eso sentía que debía cambiarlo, entre en un bucle de inseguridades, que no dejaban de repetir mis defectos, entonces empecé a la tortura, la tortura de llenar esos vació de aceptación por vomitar después de cada comida, la culpabilidad aumentaba cada vez que me subía a una báscula. Pero un día tuve que cambiar semejanza. No aguantaba más ya que cada vez que me vomitaba me ahogaba y pasaba un rato espantoso, así de la noche a la mañana dejé de comer, pensando que eso me haría bien, me las fui apañando, pero poco a poco continué lastimándome, sus ultrajes eran mis ultrajes, tan solo podía ver a través de un espejo un reflejo que no me gustaba, empecé a coger cualquier cuchilla para utilizarla contra mi muñeca una y otra vez, dejando mis nudillos por allá donde me paseaba, mis lágrimas por un odio que sentía por mí misma me hacía lesionarme, sin embargo era un espejismo de mi peor enemiga, yo. Mi mente.

Nadie veía en mí una anorexia al menos no al principio, veían una sonrisa, una apariencia, para muchos a pesar de mis kilos aún veían lo que yo veía, una gorda. Odiándome por momentos, pensamientos suicidas que rondaban por mi mente. Poco a poco dejaron muchos de ver a la gorda, para empezar a mirarme con lástima, decían que estaba en los huesos, o las críticas de que lo hacía era para dar atención, cuando realmente ocultaba mi verdadero yo. Mintiéndome, mintiendo a los demás, por unas inseguridades que causaban el caos en mí.

Mirarse a un espejo y que tu reflejo no sea el que una vez fue, sintiéndose desconocida en tu propia piel, dejando de un resplandor reflejo mienta nuestro ser. Deformando nuestros defectos y agrandarlos... La mentira estampada en frente que no sabes detectar.

Pero como todo, hubo un día que cambió, cambié... El día que terminé perdiendo el conocimiento por tercera o cuarta vez. Pero esa vez me marcó, cuando caí fui directa de cabeza a un radiador, mi hermana por suerte lo vio y me empujó; de una posible muerte ella cambió mi destino al dejarme con una sordera durante un día. Pero Mientras tenía los ojos abiertos y mi cuerpo no reaccionaba, me sentía atrapada en mi propio cuerpo. Aun cuando recuerdo este momento se inunda mis ojos en lágrimas., pues era consiente de todo lo que ocurría a mi alrededor. Entonces vi como mi madre me cogía en sus brazos como siempre lo hizo, pero esta vez las lágrimas se derramaban sus mejillas, mi impotencia agrandaba por fracciones de segundo. Sus llantos terminaron en gritos suplicando que no me muriese, su cara era el del sufrimiento, dolor, mi impotencia de no poder decirle que estaba bien me consumía, hasta el momento de que pude reaccionar; la preocupación de mi padre, el hombro que lloraba cuando me abría a mi hermano, el ángel de mi madre, la ayuda de mi hermana, ellos son mi vida, mi apoyo, mis pilares imprescindibles, pues en ellos comprendí que estaríamos juntos en las risas pero siempre estaremos en las caídas para ayudarnos entre nosotros, juntos. Entonces cambié el chip y empecé a cuidarme pues tan solo me conformaba con el amor de mi familia, ellos me amaban tal y como era yo y no mi aspecto.

Pero no todo terminó aquí, mi peor castigo fue el precio a pagar, a causa de una de esas cuchillas que abrió mi piel para saciar el dolor y el vació de mi ser, estaban infectados por un acaro llamado sarna, cuando me lo descubrieron terminó mi sufrimiento, y pude empezar a cuidarme, aunque aún no sé si se realmente me he querido alguna vez o si me quiero... Pero en esa dirección voy., porque ahora sé que mis defectos son mis virtudes los que realmente me describen... Y que los complejos no son solo una debilidad sino puede ser una fortaleza, depende de una perspectiva que me costó muchos años comprender. Y la opinión de la sociedad, de los estereotipos o de la gente creciente que la belleza es alguien delgado, no tiene por qué ser la misma que la mía. Pues la belleza va más allá que un físico, pues en todas hay una belleza que admirar, tan solo hay que abrir los ojos....Pues ellos no sufrirán el castigo sino el que esté dispuesto a sentir ese dolor, lleno de inseguridades, vacío y soledad. 

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